Algunos dicen que es el día del amor, otros que de la amistad, algunos más sólo quieren que pase para que llegue la quincena, más si el fregado 14 cae en lunes...
Para mí el 14 de febrero, es un día más del calendario, dejó de tener significado desde que las ilusiones se quedaron atrás, allá en la secundaria, cuando una tarjeta era tan significativa como una mirada o un rozón de manos.
Esa época que lamentablemente ha quedado muy lejos, me ha sido recordada recientemente por una compañerita, que como yo, ha sufrido mucho por amar con toda el alma y no ser correspondida.
Y es a esto es a lo que quería llegar, al significado del amor, de la amistad, del cariño, del entercamiento, del deseo, de la atracción, ¿es posible conjugar todo ello en una sola relación?
¿Por qué las relaciones humanas tienen que complicarse a tal grado que es preferible un rompimiento, luego de, incluso, varios años de una buen matrimonio?
Los expertos dicen que se debe a la costumbre, al deseo de conocer cosas nuevas, experimentar, sentirse más joven, etc., pero... ¿habrá otra explicación más terrenal?
Por mi parte, considero que no siempre esta es una explicación convincente, que también existen cosas más profundas dentro de las relaciones que las hacen fracasar.
La más importante viene de la cobardía, de los falsos convencionalismos sociales que nos obligan a no decir nada, sobre todo cuando es algo "malo" de los demás.
A que se supone que en una relación, ambas partes están obligadas a arrepentirse, perdonar y olvidar, a dejar de lado sus necesidades en aras del amor "ama siempre, no importa que no te correspondan".
Pero si bien es cierto que parte del éxito de una relación está basada en el amor incondicional, el perdón y el olvido, también lo es que siempre habrá alguien que se aproveche de ello.
Y entonces es cuando empezamos a mentir, miente el que hace daño, según para no hacerlo, pero también miente al que se duele y no lo expresa.
Es decir, cuando alguien nos daña y nosotros sin que esta persona esté realmente arrepentida, le perdonamos, estamos acuchillando toda la relación, la estamos despedazando.
No expresar nuestro dolor, no alejarnos de aquélla persona que nos hace daño, es el primer error que va a llevar al caño todo aquél cariño que existió inicialmente.
Por eso sostengo que el verdadero culpable de que una relación fracase, no es el que siempre se la pasa abusando del otro, sino el cobarde que no pone las cosas en su lugar desde el inicio.
Porque... ¿a poco es difícil decirle a alguien y ponerle en su lugar de que no es justo que no nos de una lana semanal para los gastos de la casa? (si trabaja) ¿o que se haga corresponsable de la educación de los hijos?, por ejemplo.
Tampoco es difícil decirle que esté localizable, (sin caer en el exceso de llamarle cada cinco minutos al móvil), o que avise qué es lo que está haciendo y en dónde y con quién está, si uno lo hace siempre.
Mucho menos, si nos gusta o no la forma en que nos habla o si le ha dejado de dedicar tiempo de calidad a la relación, o si, por el contrario, le dedica demasiado tiempo al trabajo, los amigos, el internet, etc.
En fin, la cobardía, el miedo de perder la relación con esa persona, nos hace creer erróneamente que si le perdonamos lo que nos hace, le tendremos a gusto y por siempre.
Y ese es el mayor error, porque vamos acumulando, como se acumula el lodo en los tinacos, rencor, odio, resentimiento, todo eso empieza poco a poco a circular dentro de nosotros, hasta que impide seguir perdonando e incluso lo que se había olvidado, se empieza a recordar nuevamene.
Es en ese momento cuando nacen todos los problemas, el abusivo se siente acorralado, no entiende por qué estamos actuando de esa forma si antes nada todo era miel sobre hojuelas.
Si para ese momento, el abusivo tiene una nueva relación, cree que todo se debe a los celos y jamás reconocerá culpa alguna, pero es lógico, se le consintió tanto el abuso, que ahora se ha vuelto costumbre.
Con las amistades es lo mismo, siempre habrá alguien que pida y pida, pero cuando se trata de que sea correspondido, nada de nada.
Y los cobardes, no decimos nada.
Permitimos todo.
Pero si decimos, estamos locos.
Nadie nos entiende.
Y cuando por fin nos decidimos y mandamos todo al cuerno, somos bipolares, celosos, atravancados, en fin, cualquier epíteto es pequeño para justificar que no estamos actuando como de costumbre.
En conclusión, cuando te preguntes si tienes la culpa del fracaso de tu relación, la respuesta es: sí.
Eres culpable por no haber pueso límites a tiempo, por haber permitido que te pisaran, que te descuidaran, que pasaran encima de tus sentimientos y necesidades.
Por permitir que no te quisieran y por amor, perdonar a quien no estaba arrepentido, a quien no estaba preparado para amar, a quien no te merecía pues.
Eres culpable por creer en las demás personas, por creer que son capaces de cambiar, por creerles que te quieren o que te aman o que te estiman.
Pero cuando rompes esos esquemas, cuando por fin te liberas, voltea hacia alrededor... ves esas caritas sonrientes, son tus hijos, tus sobrinos, tus nietos.
Ve para atrás y ahí están los amigos que realmente te estiman, esos que saben cuánto vales y todo lo que eres capaz de hacer.
Mira a los lados, tu familia, tus padres, hermanos, primos, tíos, ellos te acompañan y te acompañarán siempre, en las buenas y en las malas.
Y si miras hacia arriba, verás que Dios no te ha abandonado, que siempre estará ahí, esperando que quieras ser y lograr un ser humano completo, capaz de todo y más allá, que recuperes lo que has perdido, la dignidad.