Cada que el día se vuelve noche, tus recuerdos se agolpan en mi mente como un torbellino de pensamientos confusos.
Cada que la obscuridad se apodera del cielo, las frías sombras de tu ausencia me envuelven, me agobian, me matan.
Es por la noche, cuando esos momentos pasados a tu lado pierden sentido, se hacen lejanos, se vuelven diminutas gotas de lluvia en el desierto.
Por eso no quiero que llegue la noche, por eso no quiero estar despierto pensándote a cada instante, por eso prefiero dormir.
Y es que en mis sueños todo es distinto, soñarte es volver a vivirte, volver a sentirte, volver a nacer.
Así que por hoy, descansaré mi cabeza sobre mi almohada confidente, esa que sabe mejor que nadie cuánto te amo, cuánto te pienso, cuánto te sueño.
Y le contaré a ella una vez más sobre mis temores, mis miedos, mis pasadas alegrías y mis mayores tormentos.
Le contaré a la almohada sobre mi mundo ideal, sobre ese donde estoy a tu lado y tú compartes, aunque sea por un instante, esa felicidad que me da soñarte.
Que hermoso, no cabe duda que el amor no se puede esconder.
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