Lo sé, lo sé... éste no es el fin de año, las malas mediciones nos han hecho juntar los minutos y agregar un día cada cuatro años, por lo tanto, científicamente hoy no nos encontramos en el punto preciso en el que estábamos hace 365 días alrededor del sol.
De hecho, aunque así fuera, aún haciendo exactos a nuestros calendarios, tampoco sería de esta manera, ya que el sol se mueve alrededor del centro de la galaxia y ésta a su vez se aleja del centro del universo.
Por lo tanto... ¿Qué nos mueve a celebrar el año nuevo?
Ya sabemos que no son razones astronómicas, sin embargo, desde la invención del tiempo y el descubrimiento de la astrología, la celebración del "año nuevo" nos toca y nos permite convivir, relajarnos y festejar...
Acá en México, cada fin de año es necesario hacer fiesta, los hay que contratan meseros y un salón, quienes salen a un restaurante con cenas ex profeso, así como también los que se quedan huraños en casa y se acuestan a dormir temprano.
Los más, la mayoría, acuerda en familia que va a ser cena de "traje", acuerdan quién va a llevar cada uno de los platillos, en la casa de quién, la hora... otros más rellenan el "viejo" de decenas de cuetes, palomas, etc., para quemarlo a las doce...
En fin, cada uno de nosotros trata de imponerse y seguir una tradición, que si los calzones rojos o los amarillos, que si sacar las maletas o comer uvas, cualquiera es buena, cualquiera tiene sus seguidores, lo importante es convivir con la familia, lo importante es celebrar el año y depositar las esperanzas de que el próximo, este sí va a ser mejor que el anterior.
Y luego el brindis, siempre le toca al abuelo y si no, al cuñado o hermano más estimado, siempre sabemos que va a desearnos felicidad y próspero año nuevo, siempre va a recordar a los que se fueron y los que llegaron, los triunfos de unos serán recordados y trataremos de olvidar los fracasos de los otros...
En nuestra cultura, el simple hecho de creer que porque el año que acabó estuvo del carambas, el próximo será mejor, sólo por que la manecilla cruce el cenit del reloj, sólo por el transcurso del tiempo, dejaremos de estar enfermos, de estar desempleados, de tener enemigos, recuperaremos el amor, la confianza o el dinero que perdimos por nuestra propia causa.
Además siempre haremos compromisos idénticos a los del fin de año anterior, dejar de comer porquerías, dejar de beber, pagar nuestras deudas, en fin...
Aún sabiendo que todo es falaz, lo increíble es que nos lo creemos; firmemente creemos ese día que vamos a mejorar como personas y eso es lo mágico del fin de año, que por un momento, sólo por esa noche, en ese instante de meditación, volvemos a creer en nosotros mismos, en los demás, en Dios...
Creemos poder lograr todo lo que nunca nos ha sido posible, creemos tener el poder maravilloso de cambiar el mundo y a nosotros junto con éste, creemos en los Santos Reyes...
Nuestra cultura es inestimablemente poderosa, salvajemente indescriptible e ingenuamente predecible, por eso es necesario adaptarse y dejarse llevar por esa magia ya que sólo una vez es fin de año y nunca más en el resto del siguiente año, tendremos la capacidad de sentirnos así...